Año II

Han pasado ya dos años desde el primer día en que me senté aquí para escribir en este espacio. Había llegado ya el otoño como ayer y faltaba poco más de un mes para desplegar las alas que me transportarían, en principio, una segunda vez a India y que al final me llevaron hasta el punto más al este en el que he estado, las islas Gili, en Indonesia. Dos años y mi alas siguen bien abiertas. Este año no volaran al este, ni al oeste. Tampoco al sur o al norte, este año vuelan hacia arriba. 

Se han sucedido muchas cosas en mi vida y quiero agradecer a todas aquellas personas con las que me he ido encontrando en este tiempo, a todas las que desde hace ya muchos años siguen en ella. Recordar a los que se fueron lejos o muy lejos, a los que ya no veo o con quienes ya no hay contacto. 

Dos años de blog y muchos días disfrutando mientras escribía, mientras hacía fotos o tumbado en alguna playa, en algún café o simplemente en una cama con cuatro hierros pensaba letras. 

Si tuviese que elegir una foto o un texto para rememorar estos 24 meses, no sabría. Pienso que prefiero enlazar a mi primera publicación que por otro lado es una de las más especiales y a la que más cariño tengo. 

https://raulreguera.wordpress.com/2008/09/22/37/

Salud, buenas vibras y muchas experiencias. 

Otoño

Atrás quedaron las playas llenas de gente, las terrazas abarrotadas, la piel canela. Atrás quedaron, un septiembre más, todas las tardes de sol,  los helados, el olor a bronceador y los atardeceres más allá de las nueve. Atrás quedaron pero sabemos que volverán y hasta entonces, disfrutaremos de los cafés con bufanda, los besos sobre las frías mejillas de nuestros amigos, los tés en casa mirando llover por la ventana, las mantas llenas de carcajadas y el cine.

Hoy llega el otoño un año más, llega para recordarnos que nada se para en cuestiones de tiempo y que una estación da paso a otra dándonos la oportunidad de vivir cada una de ellas.

Bienvenido sea D. Otoño, hasta pronto D. Verano

Muerte, resurrección, muerte.

 

Bajar, bajar. Sentir el tacto de la tierra sobre un cuerpo que inerte espera la hora en la que las raíces de los que nacen en primavera, alcancen su carne ya muerta. Subir por ella hasta la luz del verano que arrasa la piel desnuda, que deshidrata y reseca nuestras almas que tanto anhelaron el calor que hoy asfixia a los que sintieron la euforia de la últimas lluvias de lo que justo antes hubo. Llegar y reptar entre las piedras de una playa cualquiera y abandonar la muerte que en el instante anterior aun ocupaba lo que ahora vuelve a estar vivo. 

Cuántas veces hemos de morir, cuántas serán necesarias? Mil, dos mil, cien mil… Infinitas veces.

Marruecos, en unos días

 

El dolor sufrido nunca debería justificar el infligido, ni todo lo contrario. Las puertas se cierran para aquellos que nacieron sin llaves. Las puertas permanecen cerradas de por vida para los que llegaron a este mundo más allá de algunas fronteras. Que sencillo es para unos cruzarlas a la inversa y que sueño tan imposible para otros.

Esta imagen es de mi primer viaje a Marruecos. En unos días me subiré a un avión para entrar por tercera vez a ese país que tantas emociones encontradas me provoca. La cámara en la mochila y todas la ilusiones dentro. 

Desde la cotidiana ceguera


A veces pienso que sólo logramos ver tras comprender que nada de lo visto es la verdad. Que son reflejos y no otra cosa la materia de la que alimentamos nuestras experiencias y que cuando aceptamos ésto, podemos visionarlas de forma plena, sintiéndolas sin necesidad de comprenderlas parte a parte. Viéndolas como un conjunto. 

A veces, sin embargo, pienso todo lo contrario. 

El espejo


Recuerdos atrapados en un espejo, recuerdos pintados desde la memoria y que para revivirlos, la única forma es cruzar al otro lado de ese mismo espejo.

Mi primer cadáver

 

Hoy, como ayer, salió Sol y Nubes no lo eclipsaron. Su calor bajó hasta el suelo que piso y el aire se lleno de esa euforia que surge de la nada y del todo primaveral. Salí a caminar por mi parque de infancia y me di de bruces con mi primer cadáver. Su imagen se proyectaba contra la rama de aquel abeto, en el que la soga que lo asfixió, se sujetaba. Parecía mucho más pequeño a pesar de que yo no soy mucho más grande. Un padre asía el cuerpo de su hija que pendía de la rama que permanecía en la misma posición tras más de 20 años. Lo recordé todo, su cuerpo colgado, la rigidez de sus músculos, su brazo derecho flexionado a pesar de los esfuerzos por nivelarlo de aquel policía. Recuerdo como lo bajaban al suelo, como lo tumbaron, como aquel brazo derecho apuntaba al cielo. Recuerdo como nos obligaron a pasar al colegio para que no pudiésemos ver más. Pero qué más podría haber visto. Era mi primer cadáver y una vez visto, la muerte había alcanzado un grado material en mi vida. Ya no es que hubiese comprendido que la gente moría sino que podían elegir dejar de vivir. Podían terminar con ella en el bello parque en el que yo soñaba cada mañana antes de entrar a clase. 

Leí el periódico sobre la verde hierba y cuando regresaba a casa, con el recuerdo del mi primer cadáver ya escondido en mi mente, me di cuenta de que estaba justo bajo la rama cómplice. No había resto del roce de la cuerda, sin embargo una vez estuvo allí, atada, acabando con la vida de un hombre que ya no la quería. Continúe pensando esta vez en lo hermosa que es la primavera. En lo bello que es querer vivir y en como van creciendo las horas de luz. 

Desde aquí, tanto tiempo después y sin haberlo conocido me gustaría poder decirle que de alguna forma lo recuerdo. 


Dónde estás ansiada primavera?

 

Dije hace tiempo que necesitaba ver llover, que el frío era indispensable para mi reflexión. No me retracto, sin embargo, pienso hoy que llegó la hora de sentir sin bufanda, de hacerlo  bajo la cálida temperatura de un día de primavera, sobre el verde pasto, junto al mirar que como cuando éramos niños, nos acompañaba en esa estación que tanto agita. Dónde estás ansiada primavera. Dónde estás que te necesito. 

Gelukwensing

Muchas, muchas… 

rojoclarocasinaranja

 

Esta será la historia de dos amigas que forjaron un destino. Un viaje hacia ellas mismas, un camino por recorrer.

Porque cuando todo parecía acabado, supieron encender la llama que iluminó sus vidas.  


Seis globos


Una ventana por la que la luz de la mañana, sin permiso, bienvenida, se cuela sin pudor, iluminando cuerpos que recién despertados ansían vivir un nuevo día. El cielo se puede oler. Suave, cálido. Claro. Nada lo tiñe salvo el azul que salpica los cuerpos que ahora ya no están tumbados. Que dirigen sus miradas más allá. Traspasando calipso y brillo. 

Tumbado sobre el verde de un río que dejó de pasar, el cuerpo boca arriba, advierte seis globos de colores que cruzan el cielo despejado. De un extremo a otro. Dejando la luna, hoy madrugadora, en el centro. El sol lo adormece, calienta su piel ahora vestida y hace soñar que aquello sucede. Música nacida casi de los dedos de otros. Llega como si hubiese viajado continentes enteros. Llega. Ya está aquí. Acaricia el exterior. Penetra.

Enfermo

Cada vez que me encuentro sentado en un aeropuerto, me resulta imposible no imaginarme con una tarjeta de embarque para algún lejano lugar. Hoy vuelo de Madrid a Palma de Mallorca pero a la vez lo hago de Ciudad del Cabo al D.F. o de Katmandú a Beirut. Puede que sea una simple forma de pasar el rato que resta hasta el despegue o que confirme un diagnóstico. Soy portador de ese virus que mucha gente contrae al final de la adolescencia y que si no mantienes a raya, encerrándote en tu en tu ciudad, pueblo o aldea, puede terminar por devorar tu vida, llenándola de recuerdos que necesitan de nuevas experiencias que ser recordadas para no acabar con tu sistema inmune. Yo no tuve la fuerza de voluntad necesaria para permanecer quieto junto al lugar en el que me crié. Cometí el error de dejarme llevar y ahora, como al igual que con otros malos hábitos que también se incorporaron a mi vida por las mismas fechas, a menudo llega hasta mí la misma disyuntiva. Puedo ponerme en tratamiento. Sí, claro que puedo es muy sencillo. El médico me dijo que con una pequeña hipoteca, un crédito al consumo o simplemente una vida llena de compras innecesarias sumado a un trabajo precario, bastaría para frenar la enfermedad. No sería difícil y haría desaparecer todas las dolencias de esta afección. Me lo he planteado en no pocas ocasiones, sin embargo hay algo que me frena. Ser un enfermo tiene sus ventajas. No voy a negar que hay inconvenientes, no pero en muchos aspectos merece la pena, sobre todo porque cuando observo la mirada de muchas de las personas más sanas, veo algo muy diferente a lo que desde pequeño entendí como salud.

Puede que esta medicina a la que estamos acostumbrados no sea del todo correcta. Puede que haya que buscar en otros lugares para curar la dolencia, remedios alternativos, ancestrales qué sé yo. Puede incluso que en algún momento dejemos de llamar enfermos a los enfermos y sanos a los sanos. Mientras tanto, seguiré llorando cada mañana al ver el brillo de mis ojos.

Maldita enfermedad.

Deshipotecándose


Había despertado muy temprano aun en la oscuridad de la noche. El día había sido duro y ahora descansaba en el sofá mientras escuchaba música. Mi ojos estaban entreabiertos o entrecerrados, no recuerdo. La estancia se veía envuelta por la canción que sonaba y mi cuerpo tumbado estaba profundamente relajado. Todo parecía indicar que la siesta llegaría muy pronto. Sin embargo lo que llegó fue el sonido del timbre de casa. Hice como si no lo hubiese escuchado. Sonó de nuevo y tras ésta, una vez más. Aun no estoy seguro de cómo sucedió pero logré levantarme o eso creo porque podía ver todavía mi cuerpo tumbado. Los ojos ahora estaban cerrados o no abiertos. Fuese lo qué fuese que abandono la cama de tarde, se dirigió a la puerta, la abrió, habló con un repartidor (no pude escuchar los que decían porque la música sonaba ahora más fuerte) se despidieron y regresé a mi cuerpo echado. Llevaba un sobre en la mano. Era marrón, estaba sucio, arrugado, húmedo en un extremo y olía a rancio. Dudé antes de romper un lateral. Puede que me quedase dormido mientras lo hacía porque de repente la música había desaparecido sin dejar si quiera un dibujo en el aire. Saqué una carpeta del interior y al dejar el sobre en la mesa vi como éste continuaba hasta la alfombra. La mesa tampoco estaba, sentí un escalofrío recorrerme y al querer taparme también la cabeza con la manta sentí que algo estaba a punto de suceder ya que ésta se había ido al igual que lo anterior. Me arme de valor y abrí el dossier. Estaba lleno de caracteres incomprensibles. En el centro escrito en grande se encontraba una palabra que sí pude leer “hipoteca impagada” Las fotos de la pared, los muebles, el equipo de música, los libros… todo iba evaporándose a gran velocidad. Cerré los ojos ahora con más fuerza que antes. Sentí caer de forma brusca y casi puedo asegurar que perdí el conocimiento.

Cuando desperté de nuevo pensé que al levantar los párpados todo habría vuelto a la normalidad pero al hacerlo vi como el sobre y lo que de él saqué volaban por la ciudad. Ya no estaba tumbado en el sofá de casa sino sentado sobre un banco de plástico. Cogí mi mochila apoya directamente sobre el suelo, la cargué a mis hombros como tantas veces había hecho y comencé a caminar por un aeropuerto o una estación de tren, no era capaz de diferenciarlo. Quién puede hacerlo? Tal vez fuese un puerto.

Esa misma noche me di cuenta de que no había perdido una casa sino que me había deshecho de una hipoteca.

10 de febrero, un sueño

Poco más de tres horas, nada más que eso pero de una intensidad tal que aun no puedo despertar. Demasiado real, demasiado incluso para esta noche en la que todo parece posible. 

Mi vientre hinchado denota un embarazo que había pasado totalmente inadvertido hasta ese instante. Llega el momento del parto y sé que algo no va bien. El chamán me tranquiliza, me asegura que todo marchará de forma correcta. No recuerdo nada más de aquella experiencia. Ya ha nacido y no estoy con ella sino tomando peyote en una extraña sala. Miles de visiones se suceden unas a otras. Parecen muchas noches que se enlazan . No estoy seguro del tiempo que paso en aquel lugar, ni de ninguna visión concreta. Sólo sé que las tuve. Que me contaron muchas cosas. Quizá ya las sabía, quizá no.

Me siento tan afortunado. Una felicidad sin precedente invade mi Ser. Reboso alegría. Me encuentro en un estado de euforia natural. Tengo a mi hija en brazos. No es una recién nacida, no. Tiene un año o tal vez algo más. Castaña, de piel canela y pelo revoltoso. No podré nunca olvidar el brillo de sus ojos oscuros. La forma en la que me miraba con ellos. Su labios sonriendo. Los espacios se suceden, son diferentes. Ella sigue pegada a mi pecho. Yo continuo sintiendo que no hay nada más grande. Veo a su madre, esta aquí, vemos fotos de la niña. Se las mostramos a la gente. Ahora me pregunto cómo pude dejarme convencer por el chamán para tomar el cactus. De repente comprendo que fue necesario hacerlo. Que nada de lo que ahora tengo estaría aquí sin haberlo hecho. Tengo dudas que se disipan para regresar de nuevo. Soy consciente de que sueño pero eso lo hace aun más real. Me doy cuenta que la sombra del parto nunca se fue. Aquel miedo permanece oculto. Siento ansiedad. La felicidad da paso al desastre. Los médicos diagnostican una grave enfermedad. Algo mortal. Se va a morir, nada puede evitarlo. Los dolores llegan pronto. Irán a más hasta convertirse en insoportables. Teñirán su corta existencia de una brutalidad para la que nadie está preparado. Su pequeño cuerpo no puede sustentar la vida y nos dejará pronto sumergida en el peor de los sufrimientos. Lloro o quiero hacerlo y no puedo. Me desespero, quiero gritar, quiero romper el mundo entero, dejarlo hecho pezados. Nos va a dejar, nadie podrá evitarlo. Los pediatras me hablan de la única solución para evitar que sufra. Me quiero aferrar a ella pero no puedo. Se va a morir, ya nadie tiene ninguna duda. Se muere y sólo puedo pensar en la forma en la que lo hará. Dolores que no cesarán golpearan a mi hija sin que ella sepa por qué. Sin que entienda nada. Sólo hay una solución. Ya me la han explicado. Vi como nacía y no lo recuerdo. Ahora veo como muere y nunca podré olvidarlo.Me da una jeringuilla con una larga y gruesa aguja. Dentro hay una mezcla que hará que todo sea más rápido y nada doloroso. Se va a morir, voy a matarla. La angustia vive en mi interior y quizá nunca logre expulsarla. Clavo el metal en su fina piel taladrando su carne. No llora, parece saber y perdonarme. Ya no es el mundo lo que quiero hacer pedazos sino que me hagan pedazos a mí. Está muerta, yo la he matado. Nunca volverá y sin embargo no consigo que deje mi mente. 



Lago Cúber


Tras encontrar el mejor lugar, juntar piedras, recoger leña, encender el fuego y disfrutar de todo ello… llega el momento de poner las sardinas, el pan de lino aun está guardado. Lo dejaremos para apoyar el pescado mientras lo saboreamos. 

Café?

 

Sí, con la leche templada, por favor.

Mientras espero, miro por la ventana de un café en el que he observado como los espejos perdían su capacidad para reflejar. Ahora veo más partes de la pared, a través de los huecos en los que el aluminio ya nos dejó, que de mí. Saco de la mochila el libro que leía hace unas horas en casa y lo apoyo sobre la redonda mesa de mármol. La luz amarillea afuera y las hojas de los árboles se mueven frenéticas. Llega tormenta y los transeúntes sin paraguas aprietan el paso. Por muy cruel que resulte, siempre me ha gustado ver como los demás se mojan mientras yo tomo café en esta mesa. 

Con la taza ya aquí, aun no sé si seguir espiando la calle o abrir el libro. No sé cuánto tiempo pasa hasta que me doy cuenta que sigo mirando por la ventana pero lo que veo ya no es hoy, sino una mezcla de distintos instantes vividos en este mismo lugar, bajo este mismo encuadre. Más de 16 años de recuerdos reflejados en el metal, que ahora caído, quizá guarde parte de mis secretos entre el cristal y la pared. 

Alguien me saluda desde fuera, es Óscar, sin paraguas. Seguro que este mismo espejo, también guarda muchos de sus secretos.

Mientras que escribo estas lineas me tomo un té con leche, en casa. Eso sí, templado.

Realidad incierta


Un mar que separa, que une, que distancia y acerca. Unos pasos que pueden darse o quedar sin ser andados.  

Sentado sobre la cama, con todas las almohadas tras mi espalda y mis piernas bajo el edredón, pienso en la soledad de una habitación prestada. Sueños soñados y realidades inciertas decoran el armario junto a una mochila deshecha. En mi cabeza, retazos de experiencias pasadas y en mi estómago, la mano cerrada que obstruye y angustia. Huellas recientes desaparecen bajo la lluvia que todo borra para dar paso, quizá, a una primavera sin margaritas que llene el paisaje de colorida vegetación. De cálida Vida. Preludio indispensable del siguiente otoño. 

Esperanza inagotada, inagotable. Grito sordo de anhelos deconstruidos, reconstruidos mil veces. Mil veces más. 

Canciones que llenan el espacio vacío. Casi vacío. Letras unidas. Nacidas. Sombras y luces. Una vez más. Duende que alimenta y embriaga el esplendor de algunas mañanas en las que despierto cerca de aquella ventana. Lechuza casi de piedra que vive de día sobre el balcón de una casa que hoy, como la de enfrente, tal vez esté en mitad del mar, entre las dos costas. Unida por un enredado ovillo de lana. 


Claroscuro

 

«Vertiginosa carrera, la meta queda lejos, inalcanzable. Aun así, corro hacia ella sin ser consciente de su constante mutación» Con esta frase quizá abrí algún escrito de hace años, quizá no. El caso es que lo que un día tuvo un sentido, al cabo del tiempo puede incluso tomar el contrario. No es la primera vez que me encuentro agotado de ver patrones que se repiten sin que lo acontecido en el pasado haya servido hoy. Tengo la certeza de ver como en un futuro podré abrir algún nuevo escrito con esta misma frase. 

Caer, caer dos, tres, cien, mil veces. Caer una y otra vez sin querer dejar de hacerlo pero sintiendo, que lo que se busca tiene otro final, lejano a la nueva pero continua caída. Salir de lo oscuro para llegar al mismo bosque que sabemos nos conducirá de nuevo a ese lúgubre espacio del que creíamos haber escapado. Ciclo sin fin, claroscuro inagotable. Si al menos los claros fuesen distintos los unos de los otros. Si al menos los oscuros fuesen diferentes los unos de los otros. 

Caigo para levantarme. Tal vez, una mañana, logre ponerme en pie con la intención firme de no volver a tirarme por la misma ventana. Puede que alguna noche aprenda a buscar nuevos vanos por lo que arrojarme para poder seguir resucitándome. 

Qué habrá al final del muelle?

 

Tantas son las veces que caemos o nos dejamos caer justo antes de llegar al final del muelle que me pregunto: qué habrá allí, al final de las tablas que se sustentan sobre las aguas? No muchas pero sí alguna he conseguido llegar a la línea que separa lo seco de lo mojado. Puedo asegurar que casi siempre, al observar la frontera, he sentido unas ganas irreprimibles de saltar. Unos deseos inmensos de mojarme, de echar a nadar o dejarme hundir en lo desconocido. 

Hoy, mirando atrás puedo ver lo que encontré después de haber saltado, incluso fantasear con lo que hubiese visto en el caso de haberme sumergido. Sin embargo, cuando pienso en las que me dejé caer antes de haber llegado, tan sólo siento vacío. 

Leyendo lo que nos hemos escrito por dentro

 

Nada más…

Cuando no todo puede ser enfocado

 


Por qué esa manía con enfocarlo todo, con tener que saber de forma clara qué son las cosas o cómo las vemos. Pues Damas y Caballeros, a veces las vemos tal y como son, desenfocadas. Esa es su esencia y  pesar de adquirir máscaras de enfoque no son más que eso, simples instrumentos con lo que negar el miedo que puede producir el hecho de no ver con claridad lo que está por venir, lo que ya pasó o lo que vivimos ahora mismo. 

Soñemos sueños


 

Dormidos o despiertos pero soñemos sueños. No siempre los soñamos para vivirlos pero no por ello dejamos de soñarlos. Soñemos sueños.  A veces incluso después de hacerlos realidad, sentimos que quizá fueron sueños soñados. El tiempo transcurre entonces de una extraña forma que nos impide descubrir qué día fue vivido o en qué día soñamos hoy. Aun así, soñemos sueños. Soñémoslos para despertar entre más sueños. 

Soñemos sueños.

Moradas

 

 

Siempre cabe la posibilidad de sentarnos a orillas de un río, de buscar el lugar más cómodo y esperar allí, porque sin duda veremos el espectáculo de la vida o al menos de una parte de ella. No suelen ser baratos estos parajes, pero tantos nos han dicho antes que merecía la pena el esfuerzo. Además nos suelen obligar a un intenso trabajo de mantenimiento porque el río no está acostumbrado la quietud, pero tantos nos han dicho antes que merecía la pena el esfuerzo. Nos iremos rodeando de artilugios que blindarán nuestra Libertad, que harán que cada noche tengamos una cena hecha con alimentos cultivados lejos de nuestra orilla para así tener más espacio. Cortaremos los árboles que antes nos daban cobijo y, tras largas jornadas de trabajo, juntaremos pequeños tesoros de papel con los que comprar las cosas que necesitamos para crear un hogar en el que encontrar el abrigo perdido. Adquiriremos productor de otros ríos porque en el nuestro ya no habrá quien los haga, traídos muchos de las lejanas montañas que tantas veces no has dicho que no merecen la pena, que no son tan confortables, seguras, limpias y libres como nuestra civilizada casa. Además desde aquí podremos hablar con los que pasan subidos en sus barcas o en las de otros. Podremos escuchar a los que caminan por la ribera o contarles lo que otros antes nos han dicho. Advertirles de los peligros que más abajo encontrarán o recomendarles que disfruten de la compañía de personas que sólo conocemos por los relatos oídos de la boca de los que antes pasaron por este confortable rincón, elegido para observar la vida de los otros, mientras somos incapaces de ver como la nuestra escapa, pero tantos nos han dicho que merecía la pena el esfuerzo, que ahora nos preguntamos cómo vamos a dejar atrás todo esto que tanto nos ha costado. Para qué ver si lo demás nos cuentan sin que tengamos que abandonar el mundo en el que nos han dicho que merecemos estar.

Aunque también cabe la posibilidad de aprender de nuevo a caminar.  

Santiago

 

 

 

 

En el fin del mundo

 

 

Tantas y tantas miradas dirigidas al océano, a este océano. Tantos años mirando sin mirar más allá porque nada  habría que encontrar. Hoy ya sabemos lo que tantos otros sospecharon y sin embargo no puedo dejar de imaginar que miro sin poder mirar más allá. Que miro pensado que ya nada hay, que he llegado al lugar donde terminan las miradas. Que me encuentro en el «fin del mundo» Ciego, golpeado por un viento que arrecia sin tregua, desgastando la roca y nuestras vidas y que ese faro nos protege de lo que esté por venir. 

Fisterra, ahora sin miedo a que todo se termine en este lado del océano, mirando lejos, mirando atrás, encuentro partes de mi vida en la otra orilla.

Sé que no todo termina aquí. 

 

A caminar

 

 

Mañana hará un año que hice esta fotografía, mañana prepararé la mochila para comenzar un nuevo camino.

O Cebreiro

 

 

Un corto viaje a O Cebreiro entre niebla y lluvia, me hizo sentir la necesidad de partir en unos días hacia el fin del mundo. Finesterra aguarda…

Con sabor a lluvia

 

casalluvia

 

Son esos besos que dimos detrás de casa, cuando nadie miraba. Besos disparaban la pasión, que hacían soñar con lo mil veces ya soñado, que nos despertaban justo antes de dormir. Son aquellos besos que se juraban eternos, pero que tan sólo duraban lo que los besos pueden durar, que es hasta que otros besos lleguen. 

Son besos con sabor a lluvia.

Las raíces que no me atan

playa_Agonda

El calor del otoño pasado ha dado paso al suave frío de este otro. Mientras el anterior me llevaba lejos de casa, este me trae a los orígenes. 

De Agonda a Porriño sin que  algo mío se pierda en todo ello. Pereira sigue escuchándose tanto allí, como aquí. De Agonda a Porriño sigo encontrando raíces que no me atan.

Soñando antiguos caminos, viendo puertas entreabiertas

 

sueñoII

 

Desgarrado por los recuerdos, sumido en la melancolía. Despierto en un sueño que me hace consciente de los caminos andados, de los que se intuyen cerca. No temo, ni me compadezco por este dolor que se disipa mientras escribo, convirtiendo  pasado en futuro.

La música, a veces juega en contra. 

Historias que quedaron atrás, que nunca volverán porque ya no estamos, porque ahora ya somos distintos unos y otros. Porque ya nunca más se cruzaran vidas de igual forma. Mirando al frente, sintiendo desde el ayer, veo puertas entreabiertas.

Acaso no sería una locura pasar de largo sin asomar la cabeza y respirar el aire que allí se encuentra?

Viva la centolla

 

marisco

Tui, intrahistoria presente

 

catedral_tui

 

Escuchando el acompasado golpear de mis pisadas sobre el suelo de piedra antigua, milenaria, de estas calles fronterizas casi a orillas del río, sentí por primera vez, pienso, el peso de la historia o mejor, de la intrahistoria de los muros de la catedral de Tui. El sufrir de los que hicieron posible esta imagen, la alegría tras el esfuerzo, la muerte que les dio alcance a ellos y no a su obra estaban presentes a poco que abriese ,a penas, un par de puertas. 

Observando la fotografía no puedo dejar de pensar en los días y las noches que he pasado tan cerca de ella sin haberla visto. 



Por la carretera

 

Campana_Baiona

Libros y fronteras

 

Portugal

 

Desde aquí, desde este lado del río Miño, tendido sobre el verde, leyendo, observo entre página y página el país vecino. El país que me dio uno de mis apellidos. Portugal al otro lado, demasiado tentador como para no cruzar. Sería bueno hacerlo en la barca pero no, nadie la reclama y no hay remos en sus interior, una pena. Opto por el puente y recorro el pueblo que queda tras el bosque. Después de tan grata parada, continuo camino hasta ValenÇa para cruzar a la inversa la primera frontera que traspase, hace ya muchos años, en compañía de mis padres.

Mi primer viaje al extranjero.  

3, 2… mar

 

Mougas

 

Esta mañana desperté temprano, aun resonaban dentro de mi cabeza los ecos de la película de anoche «My blueberry nights»  Su música, sus planos a cámara lenta, sus encuadres de belleza sublime, sus diálogos, sus historias… Abrí los ojos y supe lo que debía hacer. Lleve mi cuerpo hasta la ducha y allí, sin testigos, le devolví la vida.  Desayuné café frente al mar, leí el periódico y paseé por la playa. El cielo nublado, la humedad y esa lluvia casi invisible que apenas se siente, consiguieron que mis constantes se relajases hasta casi desaparecer y buscasen un lugar sin gente. Recorriendo paisajes llenos de azul, verde, ocre… desemboqué en un casi deshumanizado paraje donde los cormoranes, aferrados a las rocas, esperaban un viento que les ayude a ascender para más tarde caer sobre sus presas. Yo aguardaba el mismo viento para subir con ellos y observar vida y muerte. 

Ahora, después de haber comido, siento el placer del cuerpo satisfecho, el calor del hogar, la cercanía de los seres queridos que sin estar todos próximos, llegan hasta aquí en forma de ecos, como los de la mañana, llenos de Belleza, de Amor y gracias a ellos, vuelvo a saber lo que debo hacer. 

Esta tarde vi llover…

 

Galicia

 

La lluvia, fina, sin descanso. El olor a otoño y el sabor a pueblo. Es la primera tarde de una nueva etapa. Sentado en un café escribo viéndome muchos días en este mismo lugar a lo largo de este nuevo vivir en Galicia. Música que hoy sonará tan sólo para mí, me sumerge en un lento transcurrir del tiempo que más pausado que en otras estaciones, me regala un espacio para la reflexión intensa que hará, como siempre, un otro yo aun desdibujado.

A penas unas horas de viaje, una casa que espera ser habitada, un lugar que me conoce, al que conozco. Podría pensarse que atrás quedó Madrid pero no. Nunca podrá quedar atrás. Su gente, mi Familia, mis Amigos, los de siempre y los recién llegados al son de «Gigante»  y cine, siguen uniéndome a la ciudad que me vio nacer, que me vio crecer y a la que regresé a descansar tras cada viaje. Madrid, mi Madrid. 

Esta tarde vi llover, aquí en Galicia, mi nuevo hogar…

I can’t take my eyes off of you

 

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My mind, my mind, my mind…

La eternidad de un instante

 

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Instantes que nos hacen detenernos en reflexión. Instantes que se graban en nuestras memorias y nos permiten regresar a ellos tiempo después para recordarnos, que es en los pequeños detalles donde la Felicidad reside.

 

Recuerdos

 

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Más recuerdos llegan a mí tras abrir de nuevo la carpeta donde tengo guardadas las fotografías tomadas en la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur, India. Al ver esta imagen puedo trasladarme a ese día, escuchar la voz de aquella niña y recordar las cosas que realmente importan. 

A mi abuela

Corona

 

Hace ya casi la mitad de mi vida que no veo a mi abuela Corona. Una tarde me dijeron que se había ido, que debía recordarla para que nunca nos abandonase del todo. Viaje de Madrid a Porriño para despedir el cuerpo que aquí había dejado junto con todo lo demás. Fue el primer gran golpe que la vida me había dado.

Anoche, en su casa, encontré su pasaporte, su cartera y los guantes que usaba justo antes de irse. Los imaginé colocados sobre su cómoda, listos para ser recogidos antes del viaje. Sin embargo esta mañana seguían allí, tal y como los había dejado.  Quizá ya nos los quiera, tal vez desee que se queden aquí, permitiéndonos recordarla para no irse nunca del todo.

Siete pecados capitales vividos en soledad III

 

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Pecar solo, pecar con el miedo de que los demás descubran la persona que nosotros nos negamos a ver. Somos el reflejo que se proyecta desde los demás y, es eso lo único que nos importa. Pecamos en soledad para llegar a ser aquello de lo que en público nos avergonzamos o quizá para dejar de serlo.

Incertidumbres

 

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Paseo, sin levantarme de mi silla, por las calles que tan cambiadas están. Me desplazo tranquilo intentando reconocer los lugares  que tantas veces crucé. Me detengo, miro alrededor y tan sólo recuerdo trazos. Todo es tan diferente, todo queda tan lejano que por un instante decido abandonar. Me dejo caer para incorporarme segundos después sin llegar a comprender, dónde quedaron algunas cosas.

La realidad de hoy se encuentra inmersa en la mezcla de recuerdos pasados y acciones futuras, haciendo de este presente, un hecho. 

Historia de un presente continuo

Mi mente vuelve a volar dentro de una mochila, son viajes de menor distancia física pero con un mayor calado, al ser repetidos como durante tantos años fue.

Son idas y venidas de Madrid a Porriño . De Porriño a Madrid. Breves pero no por ello carentes de la intensidad que necesito para seguir alimentado las entrañas de unas botas que no se cansan de caminar. Sueños constantes que me acompañan desde que era un niño. Encuentros atemporales que avivan los anhelos de una adolescencia ya olvidada muchos días.

Sueño, camino, sueño.

Despierto sintiendo la humedad del aire que respiro y planteo este constante presente como una oportunidad nueva que siempre estuvo cerca.

Releyendo a Duras con la lentitud de los que ya la conocen, llegan hasta la cama en la que me encuentro, deseos de Vivir escapando de la Muerte y su Mal.

Pista de aterrizaje

Hace una semana regresé a mi ciudad. Podría decirse que atrás quedaron los días de viaje, los exóticos paisajes del trópico asiático, sin embargo lejos de haberse perdido en el espacio para recordarse tan sólo en mi memoria, siento que están aquí, por todas partes. No los veo pero los intuyo, más allá de los recuerdos, los tengo cerca, tanto que es como si no los hubiese abandonado.

Hoy, después de reflexionar sobre mi vuelta  y comprendiendo que nunca se regresa siendo el mismo, que no quiero aterrizar del todo, que son demasiadas cosas buenas como para dejarlas atrás, como para no traerlas hasta aquí, como para no dejar un puente entre lo uno y lo otro, decido que quizá lo mejor, es dejar de buscar esa pista de aterrizaje y seguir volando.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             

Kuala Lumpur

 
Kuala Lumpur

 

Las torres Petronas. Quién se cree todo este cuento?

El día en que volé con tortugas

Hace unos días dejé este mundo tal  y como lo conocía. Me sumergí en una sensación de libertad que me acompañará muchos años, tal vez toda la vida. Duró apenas unos instantes, sin embargo su intensidad pudo romper con la realidad de saberme bajo el agua, pudo con la necesidad de aire, con la presión sobre mi cuerpo, con el miedo. Unos segundos, nada más, pero sin duda unos de los segundos más bellos de mi vida. Fue como si aquella tortuga me hubiese dejado acompañarla en su largo viaje, como si el mar me hubiese aceptado en su seno, rodeado de peces que desafían a la imaginación, de plantas de formas y colores imposibles, siendo parte de un todo absoluto. Sentí el tacto de mis manos sobre el caparazón, el agua envolviendo mi piel, y la velocidad del recorrido, eterno. Lo sentí como si así hubiese sucedido, lo sentí de esa misma forma y, a veces pienso que quizá fue así como ocurrió, pero no me importa saber que sólo fue una sensación, que mis manos nunca acariciaron aquel caparazón, que la velocidad no fue más que el lento recorrer de mi cuerpo en un medio que no es el suyo, que la eternidad terminó viendo como su figura se perdía entres corales y peces.

Soñar, lo mejor de aquel día fue haber podido soñar con la libertad. Unos segundos convertidos en el resto de mi vida.

Sobre las cenizas de Bromo

 

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Cenizas bajo nuestros pies y un sol que sin hacerse del todo visible, hace posible desprenderse del abrigo.  Llegan a mí muchos lugares en uno. Imágenes de otras tierras brotan de mi memoria, no todas vividas, sino también evocadas a través de recuerdos ajenos.

Bromo, vida y muerte. Cielo e infierno.

Bromo, desde el infierno

 

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Es el volcán más activo de Indonesia, al este de la isla de Java.

Los más pequeños de Indonesia

 

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Verdes campos de arroz

En busca del orangután de Sumatra

 

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Adentrarse en la jungla en busca del orangután de Sumatra, escuchar el silencio de la naturaleza repleto de sonidos ya no tan extraños. Medir cada paso, sentir cada metro recorrido. Saborear la llegada del cansancio y beber de la experiencia. Un día entre locos pelirrojos que despiertan la curiosidad del más dormido. 

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Hoy no dejo de pensar en estas fotografías, en lo que está significando este viaje, en las cosas que he ido encontrando durante estos meses fuera de casa, en mis nuevos hogares.  

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Nada como aprender que  la Vida, en todas sus representaciones, es única…

Justo antes de la lluvia

 

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Cerca  de los arrozales ya crecidos, bajo la magia de los hongos y justo antes de la llegada de una lluvia que mojaría mi cuerpo casi desnudo, mi cámara se deleitaba con la experiencia de estar allí.


Los días en el lago Toba

 

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Despacio, así es como veo transcurrir el tiempo en este lugar. Sin prisa, disfrutando del paseo, de los juegos, de los platos cocinados con ingredientes que salen de las huertas que hay junto a los restaurantes. De la mirada inocente y divertida de los niños que se bañan cada mañana en la orilla del lago. 

Tuk, Tuk. Indonesia

 

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En este país he reencontrado aquello que tanto me gusta, que tanto me hace disfrutar. Sonrisas por todos los rincones. 

Sentado bajo en porche de casa, observando el lago, pienso sobre el modo de vivir en esta tierra, en Tuk Tuk. 

 


George Town, Malaysia

 

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Sigo echando de menos una cocina…

Cuenta atrás

caminos abiertos

 

Mayo está próximo y con él, un nuevo viaje. No tengo claro hacia donde me llevará y ningún deseo de saberlo, porque de eso se trata. Caminar para aprender de lo andado y seguir caminando para nunca dejar de aprender. Madrid siempre está ahí para recibirme como una madre al hijo que llega cansado. Aunque las ciudades no cambian en tan poco tiempo, tengo la certeza y la experiencia de saber que yo sí lo hago, y por lo tanto nunca regreso al mismo Madrid. Cada vuelta a casa es distinta, cada regreso se transforma en una nueva oportunidad para abrir puertas antes cerradas y cerrar las que nunca debieron abrirse. En cada ocasión todo es igual, todo es diferente. 


Ciao Thailand

 

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Qué mejor forma para despedirse de Tailandia que ir en moto a una soleada playa, darse un delicioso masaje mientras se escucha la lluvia de la tarde y terminar cenando en un mercado callejero cerca del muelle.


Dónde quedaron las cosas?

 

los niños del muelle


El tiempo pasa sin preguntar, a pesar de haber sido nosotros quienes lo inventamos, y nada más que luchar por no olvidar es lo que podemos hacer mientras seguimos recorriendo para no perder nada. 

Tiempo de reflexión perpetua que ayude a disfrutar de lo efímero, que haga posible lo que se pensó irrealizable. Sentémonos y volemos un rato hacia cualquier lugar. 

Quizá de esta forma aprendamos que todo quedó en el lugar donde lo dejamos, todo menos nosotros. 

Thong Sai

 

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Una playa más. No quiero engañar a nadie, tan sólo eso, una playa… 

Cuando para comer has de mojarte los pies

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Nada mejor que un bote restaurante para comer rico y barato en estas playas de ensueño… Thong Sai (Tailandia)

Aromas lejanos

 

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Cuantas veces pienso en aquellos cuchillos que dejé en Madrid, en los días de mercado, en los platos humeantes que servían de excusa para hacer familia. En el olor del pescado crudo, en como se transforma en aroma dentro del horno… Que bueno estar en Tailandia y tener presente a todos los están lejos. 

Bangkok

 

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Bangkok se despierta temprano y seguro se acuesta tarde.  Han sido pocos los días que he pasado en esta nueva ciudad, sin embargo haciendo una retrospectiva de lo sucedido podría pensarse que mi estancia se hubiese prolongado durante meses. En Bangkok, he dormido en un catorceavo piso con increíbles vistas, he subido en taxi, moto, tren aéreo, metro, tuk-tuk, barco… He caminado por sus calles. He visitado un hospital, una comisaría, templos, mercados… He recibido una invitación para pelearme en la calle por parte de un taxista al grito de «boxing»

 

templo bangkok

 

He recibido la mirada de la gente, he reído, llorado, he dormido y pasado noches sin hacerlo. He comido la deliciosa comida de la calle, los platos de un restaurante lleno de condones, perritos del 7 eleven. Me han prohibido la entrada al Sky Bar, me han echado de uno de show mas sórdidos, me he dormido en un espectáculo erótico. Me he visto caer de la misma forma en que si me hubiese arrojado desde alguno de sus múltiples rascacielos. 

 

tráfico bangkok

 

Lejos de la imagen de «paraíso sexual» me quedo con aquellos instantes en los que pude vislumbrar la idea de los que alguna vez fue y disfrutar de todo lo demás que el presente ofrece fuera de las pocas calles, donde se pueden ver mujeres numeradas para su adquisición. 

 

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Ladyboy

 

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Lejos ya de India siento que he llegado a otro mundo. Bangkok, ciudad de … tal vez hoy tan sólo sea el momento de presentaros a una bella mujer que me regalo su sincera mirada mientras caminábamos por las calles de su ciudad.

Adiós Rajastan

He pensado que lo que hoy me gustaría expresar debe ser hecho sin ninguna imagen. No deseo mostrar más Rajastan. Siento que me ha expulsado del bello país al que llegué hace poco más de 4 meses, me han sacado por el desagüe, me han trasladado a una de sus peores cárceles. Atrás quedaron las sonrisas que dignifican cualquier vida, la pureza de los que saludan por la calle, las manos amigas que se tienden, la curiosidad, la inocencia, la paz. Suenan trompetas de guerra desde el más miserables de los desiertos. Muecas de amargura violenta explotan por doquier. Falsedad sin disfraz intenta pisar la mano amiga poniéndose sólo la careta con los que muestran dinero. Desprecio por si mismo se entregan al servicio de lo que nunca tendrán, perdiendo la dignidad. Cuanta diferencia entre los que nada tienen porque nada saben y los que nada tienen porque todo saben. Rajastan dejó de parecerme extraño, ahora sé que es un lugar que no debiese asociarse al concepto que tantos tenemos de India. Desterrado queda de mi corazón, lo abandono con tristeza, con sabor amargo.

Hoy viajo hacia Calcuta para curar mis heridas antes de partir hacia Tailandia.

Huelga en Rajantan

Lamento comunicaros que desde hace dias me encuentro en huelga y sin tildes en el estado de rajastan, escrito en minuscula por motivos de disidencia, ingenua pero disidencia.

En unos dias os contare los motivos.

Las gitanas del desierto

 

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Hay algo en ellas que desprende aromas de libertad… Quizá me equivoque

Ciao Pushkar

 

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Hacia Jailsalmer…

Huellas del atardecer

 

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Tras caminar y empapar la piel con lo vivido, sentimos que ninguna otra cosa podemos hacer porque paso tras paso encontramos justo eso, la vida.

Bundi

 

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Nothing to do…

Tres

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...

 

Esperanzas remotas de sueños que aun no han sido dibujados, por la lejanía en la que se encuentran. Carreteras que se pierden entre polvo y piedra, rodeadas de la nada misma. Abajo, el agua que aguarda quieta, dando calma a su sed de vivir. 

Que vuelen, pero muy lejos

 
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Que poco me gustan las palomas

Mi habitación

 

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Cuando tan sólo se necesitan cuatro hierros…

Hoy es día de fiesta

 
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Hoy todos nos preparamos para la celebración, hoy es Shivaratri…

Mi colega y él

 

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Hoy encontré mientras ordenaba las fotografías de este viaje, esta imagen. No hace mucho que la tomé , fue en Gokarna, pero había quedado perdida. 

Recuerdo que fui asaltado mientras paseaba «Hello darling» o algo por el estilo . Que manera tan brutal de tirarme los trastos. Hacia mucho tiempo que nadie me desnudaba con la mirada de esa forma. «One picture» Que manera de posar. Su casa al fondo, pudo haber sido escenario de algunas de esas posturas imposibles del «Kama sutra» de haber sido así, hubiese perdido algunas otras fotos que tanto me gustan y seguro hoy no estaría escribiendo con tan buen recuerdo. 

Cuando lo sagrado se convierte en juego

 

Los niños quizá sean los únicos que saben disfrutar de lo sagrado. Son los que con mayor frecuencia cargan esta palabra con valores que prestan felicidad sin miedo.  

Pushkar

                                                                      Juegos de baño, lago de Pushkar

 

Lástima que la mayoría, al crecer, transforme lo sagrado en instrumento para someter o ser sometidos. Una pena. 

The City of Joy

 

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Tantas, tantas cosas…

De nuevo en Varanasi

 

De nuevo en Varanasi, hace unos días, antes de regresar a Delhi, camino a Rajastan, estuve por en esta ciudad

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No llegué a entender muy bien durante el breve pasar de la vez anterior que era lo que atrapaba de este lugar. Ahora fui intuyendo que el encuentro entre vida y muerte. Los amaneceres, las ofrendas, los gritos que enfrentan la pérdida de los seres queridos desde la esperanza, el río, los paseos, la puja de la tarde… despiertan en todos los que la pisan una extraña sensación con agradable sabor. 

 

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Ahora, Rajastan…

Calcuta

 

Son tantas las fotos que me gustaría mostrar que siento no poder decidirme. 

 

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Son instantes que nunca podré olvidar, que me regalaron momentos de plenitud, que me sirven hoy, para saber que el paso por Calcuta ha sido un gran regalo en mi vida. 



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Este es mi pequeño homenaje…

 


El sueño de Calcuta

 

He caminado entre sueño ajeno convertido en propio. Es mi regalo en Calcuta, es la intuición de lo que aquí sucedía. He sentido lágrimas asomar por mis ojos, comprendiendo lo mucho que queda por aprender, por vivir, por compartir. 

 

Calcuta The city of Joy

 

He encontrado personas que será difícil olvidar…

No ha sido mucho tiempo pero sin duda alguna, la intensidad que ha adquirido, lo transforma en mucho más.

Recorrer calles desconocidas, perdidos en el Barrio Rojo, ser encontrados por niños que muestras otra cara del lugar, que lo hacen vivible, que recuerdan que la dignidad es mucho más que un derecho. Decenas de estos pequeños se agrupan al grito de una foto, una foto. Saltan y luchan por ocupar el mejor sitio, ríen. Nos arrastran por callejones donde más niños se suman a la gran caravana, subimos escaleras y familias nos reciben extrañadas, alegres. Terminamos tomando un delicioso chai que como casi siempre, ofrecen los que menos tienen. Una pequeña habitación de 2,5m x 2,5m sirve de casa a una familia de cuatro hijos, una madre y un padre. Un pequeño castillo donde todo cabe dentro un magnífico orden. Sensación inmensa de felicidad compartida. 

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The City of Joy, junto a la mirada de Laura paseamos entre las calles de este lugar que durante tantos años acompañó a quien con hoy camino. Más niños salen a nuestro encuentro y alguien nos da la bienvenida. 

Gracias de todo corazón a todas aquellas personas que han hecho de mi estancia en Calcuta, un sueño. Gracias a Laura, a Sara, a Fernando, a Manex, a Antonio, a Rabisankar. Gracias a todos los niños del Barrio Rojo, a todas las personas que viven o pasean por las calles de esta ciudad. 

 
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Los tres Gandules

 

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Hacía días que quería subir esta foto hecha hace años. Joselo, integrante de «Los Gandules» sentado en mi habitación junto a Silvana, otra integrante de este maravilloso trío gandulero. Muchos años y muchas cosas vividas juntos. Ahora, desde aquí quiero enviar las mejores de mi energías para que el trío sea feliz. 

Os quiero a los tres.

Calcuta, rompiéndome por dentro

 

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Ayer llegué a Calcuta, tras más de 40 horas de tren, se hizo visible la ciudad de los taxis amarillos. Esta fue mi primera impresión. Hoy sin haber dormido, mi percepción se modifica e India me revuelve como nunca. Nada tiene que ver con la miseria sino con algo que no puedo identificar con exactitud en este momento. Algo pasa en aquí.

Más estaciones

 

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Esta imagen es una de tantas que llegan como un regalo, son instantes que se cuela por el objetivo de una cámara que minutos antes estaba dormida. Que colgada de mi mano, nunca sobrepasa la altura de mis hombros, nunca se acerca a mi ojos, tomando vida propia, eligiendo lo que desea ver, convirtiéndome en un mero técnico sin técnica cuyo único trabajo es el de apretar el botón que activa el obturador. Sin saber qué captura, me siento fascinado por el trabajo que ella hace sin necesidad de mí.

Camino a la frutería de una estación de buses, una mujer sentada toma chai, una mirada perdida dentro de un frenético ir y venir de pasajeros que bailan al ritmo de nombres donde se esconden su destinos. Impasible, sin ninguna prisa, parece conocer la rutina de todo lo que allí sucede. Yo, sin embargo, parezco tan perdido. 

Reserva Natural del Periyar

 

 

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Después de un paseo en elefante, nada mejor que un paseo por el lago. 


 



Volando desde la niñez casi no perdida

 

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Espacios en blanco, siempre presentes en un futuro no inmediato, llenan cada vez más el pasado acontecido. Perdida de recuerdos que prestan lugar a la fantasía de lo vivido, coloreando el blanco, el negro…

Desde lo íntimo, convertido en público sólo por el placer de sembrar experiencias en el común ajeno, me escondo de mí mismo bajo el reflejo de imágenes que llegaron sin saber cómo. Teniendo la oportunidad de reinventarme como en los años en los que aun era niño. Sabiendo que la verdad no alcanzable es reemplazada por realidades mutables al antojo de la imaginación de una mente que no sé si es mía, o de otro.  

Por una larga vida

 

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Bajo el calor de un país donde nacer es el comienzo de una dura lucha por no perecer…

Vicente Ferrer

 

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Anantapur, durante estos últimos días he visitado la Fundación Vicente Ferrer. 

Ha sido demasiada grata experiencia, debo ahora sentarme a reflexionar sobre lo vivido, sobre lo sentido, sobre lo aprendido. 

 

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Mirar de frente, recuperar la dignidad…

Memoria de un viaje suicida

En lo alto de la litera de este autobus de kamikaz conductor, surcamos el aire cercano a la carretera, camino a Bangalore desde la querida Gokarna. Fruta, chocolate y valium me permiten mantenerme calmado en este viaje hacia un suicidio en masa, Entro ahora, después de contemplar la locura desde la ventana abierta donde medio cuerpo fuera me permitía fumar un cigarro mientras escuchaba una canción que ya no recuerdo. De izquierda a derecha los bandazos se suceden al caprichoso ritmo del azar de las luces de los automóviles, que circulan directos hacia nosotros, sólo en el último instante, por el momento, evitamos el seguro choque. 

Mis dedos, más lentos aun que mi pensar, se desplazan despacio por este teclado que salta con mortal movimiento en este nicho sin flores. 

Cambio de música, Control Machete canta: «suficiente son los problemas de un solo día como para preocuparse por el futuro, cuál, olvidamos que para poder llegar al otro lado, hay que derribar el primero de los muros»  y yo me pregunto si con esta caja de hierro podremos atravesar alguno. Sin prisa, mis ojos caen en paraísos farmacéuticos, cada centímetro de mi piel respira desde el vacío de una noche cualquiera, de un viaje más. 

Vuelvo ahora de nuevo a la litera que había abandonado al grito de «Dinner» Parece que el valium pegó más fuerte de lo percibido por mi cerebro ausente. Después de un suculento huevo cocido, delibero sobre la posibilidad de tomar una dosis más de mi compañera de viaje por estás horas de incertidumbre. No por vicio sino como precaución, no vaya ha sufrir una intoxicación alimetaria por salmonela. Después de un largo trabajo de búsqueda y ya encontrada la pastilla de mis sueños, me siento más seguro frente a posibles ataques estomacales. 

Intento sacar la cámara para ilustrar este texto, pero decido dejarlo para más tarde  debido a la incapacidad para coordinar mis movimientos. 

Explicación a todo ésto, no encuentro, así que quizá sea escrito por el placer de escribirlo. Por dejar soñarme despierto mientras comparto conmigo mismo lo que quizá mañana regale a todos aquellos que tengan la paciencia de leerme. 

Vuelvo a cambiar de música, bajo el volumen y deliro olvidando ya el peligro de un viaje del que estuve seguro no saldría indemne. Siento el cosquilleo de la droga comprada en una mezcla de farmacia/ferretería, sin encontrar una posición que no me traslade de una esquina a otra, que no golpee mi cabeza contra un duro techo de un material que no logro indentificar. 

Definitivamente dejo atrás la idea de tomar la cámara, alguien, imagino el conductor, me ha dejado a oscuras. La luz de la pantalla y yo. Vaya, si al final me voy a poner romántico. Sería absurdo, me quedaría dormido en cinco minutos y mañana me tendría que justificarme frente a ella. Mejor dejamos claras las cosas desde el principio. Uffff, que complejo mantenerme despierto en esta agradable penumbra que me llama con invitación onírica. Esfuerzo, esfuerzo , que desde niño, me contaron siempre venía acompañado de recompensa. Pero que mejor premio que el de caer muerto en vida por una noche de soledad compartida con la nada misma. Creo recordar que hay en mi mochila un lungui con que taparme sobre este cómodo colchón usado por tantos otros, que tal vez sintieron como yo o que lloraron ante la despedida del amor encontrado en una playa que nunca los volverá a unir a pesar de tantas promesas postcoitales.

En este mismo momento, tras echar las cortinas que me unían a los otros no presentados, ya sólo me queda la fulminante idea de seguir escribiendo sin mover un solo dedo. Ya mañana, si llegamos, intentaré hacer unas fotos que si no representan todo ésto, algo contarán sobre cualquier cosa, quizá absurda, que si me apetece, convertiré en verdad para todos vosotros, que no tenéis forma de descifrar todo lo aquí acontecido. 

Buenas noches y buena suerte. 

Vida

 

 

Hoy celebro a Ganesh por su concepto, por su fuerza, por las noticias que llegan en su día, por abrir caminos, por hacer recordar los andados. Hoy es un día lleno de extraña confusión, lleno de letras que vienen desde lejos con nuevas que hacen temblar mi pulso, que soñé de otra forma hace unos años, en este ya tan mágico lugar. 

Mañana dejaré Kudle por no sé cuanto tiempo. Quizá alguna vez vuelva a verme sobre esta misma arena. 

Hoy se anuncia vida.

He sentido como algo de mí moría para nacer en otro. He experimentado un sentimiento que supe desde hace mucho tiempo, llegaría de esta forma. Hoy he llorado otra vez sobre este paisaje. 

Mi sentir alegre para vosotros dos, mi esperanza entregada junto a mi corazón. 

Amor lisérgico

 

 

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 Lisérgicos encuentros bajo una luna que nos llena tanto como élla lo está en esta noche, caminando hacia extraños encuentros que si no mágicos, por lo menos encantadores, hacen que confluyan energías que unen lo que antes estaba separado por muros nacidos de prejuicios estúpidos, que anclan nuestras mentes en profundos pozos ajenos a la sabiduría del vivir con paz. Trance fullmoonparty que desaparece a golpe de policía que obliga a atestar un microbus con personas que ya flotan bajo efectos varios de sustancias múltiples. Caricias de ron envueltos en una luz eléctrica multicolor. 

 Él, con quien en la mañana había discutido, en el mismo instante en el que convertido en mi nuevo vecino yo despertaba con mal pie, ahora es mi compañero de viaje hacia áquella fiesta nonata . Ella, Londinensa no inglesa que me mira ofreciéndome asiento junto al suyo, hace de los besos furtivos un juego lleno de pecado. Luna llena, corazones plenos, sexo claro. Tres lunáticos y un campo ya fotografiado que se convierte en escenario de amor reconciliado. Aullidos que nos clavan sobre el cuerpo de ella, ojos que me penetran con sincero placer, sobre una improvisada cama-trono hecha con el algodón de las ropas caídas de unos cuerpos ya desnudos. Gritos que piden más, y risas que intentan descifrar el cómo hemos pasado de la guerra al amor. Una boca que busca besos bífidos que apaguen la sed provocada por el mar salado de nuestra sudada piel y, a mi mente llega un Aaaalek… Boooom que entrega la fuente de vida que nunca nacerá

 Subo a mundos inexistente salvo para mi yo nocturno de una noche ya transcurrida. Me encierro en lenguajes incomprensibles, hechos de palabras inconexas salvo para el que las pensaba. Me dejo llevar por tambores que se tensan al calor del fuego y sin darme cuentau bajar carece importancia porque vuelo de mi propia mano. Triple sorbo de lujuria, sin hielo y en vaso del mejor de los cristales. Full moon, full power.

Destitulado

 

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Intentando, tal vez igual que él, ordenar mi pensar…

Hombres de paja

 

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Tardes en Gokarna… 

La lavandera de Gokarna

 

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En la tardes, cuando el sol ya bajo hace refrescar las calles de Gokarna, las lavanderas salen con cubos llenos de ropas sobre sus cabezas. Prendas empapadas en el sudor del trópico, llenas de fina tierra roja, se purifican en las aguas del estanque. 

Paciencia infinita

 

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Sólo vivimos cuando reflexionamos, el resto de tiempo somos arrastrados por la vida…


Autoretrato sin mí

 

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La Primera vez que llegué a Gokarna, me soñé dentro de ella, disparé mi cámara para atentar contra la realidad, que lejos que de sentida, venía impuesta. Hoy, algunos años después, aun sigue guardada junto al equipaje en la cabaña. Siento miedo de terminar con aquel sueño construido en Tiempos de Felicidad. Intento soñarme dentro de aquel sueño, sin destruirlo, pero sin coartar la libertad de ser quien hoy me siento, retratando el cambio con amor y respeto. 

Ya nada es lo que era, y en esta playa me reconcilio con lo que dejé de ser, corrigiendo la sensación de no saber lo que pudo haber sido y no fue, mirando atrás con nostalgia cargada de miedos. 

He llorado por los caminos donde reímos, perdonándome, dando una oportunidad al ser sin ser, volviendo a ser, sin rencor hacia mí. 

El sueño de Gokarna

 

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Desde hace algunas semanas, he vuelto a dejar de recordar los sueños tenidos mientras duermo, tan sólo me quedan los que delineo durante el resto del día. Son muchos estos últimos, y es que por muy feliz que me encuentre, soy incapaz de no abandonarme a los placeres del Soñar. Fantasías que alimentan los motores que materializan mis actos. Borradores mágicos que corrigen errores cometidos en el atrás pasado, que potencian lo vivido. En definitiva, que hacen posible el seguir viviendo para así, continuar soñando. 

Miro ahora, mientras ésto escribo, la playa en la que vivo, y sueño. Dos pequeñas montañas la protegen del mar abierto, formando una ensenada que delimita el espacio, dándole la seguridad del hogar efímero de viaje. A lo lejos, pero no tanto, está Camala -quizá sea con K- junto a sus padres, llamados Mamá y Papá. 

He vuelto a escribir sobre servilletas de papel y mi bolso ha perdido 1800 gramos que ahora relleno con la nada misma, que al ser mucho más ligera, me permite volar más alto hacia sueños que me afirman a la arena que piso. 

Iré a jugar con Camala, como le prometí hace días. 

Gokarna

 

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Gokarna me recibe de nuevo, tantos años después, tantos pasos dados. La primera vez que llegué a sus playas lo hice de la mano de Paulina, esta vez vengo solo, aunque acompañado. Casi cinco años después ya no soy yo, sino otro y, sin embargo yo mismo, que nunca dejo de Ser. 

Poco a poco durante este viaje, han ido desapareciendo aquellas pequeñas cosas que en nuestra vida diaria parecen no existir. Lo primero, ese hogar estable donde volver cada noche, más tarde,  el agua caliente, después, los tan acostumbrados enchufes en la habitación. En estos días dejó de haber agua corriente y hacer la colada se transforma en una nueva forma de pasar el tiempo. 

Las paredes de cemento por las de hoja de coco y quizá con suerte un pequeño colchón acompañe nuestro sueño. Hace cinco años disfruté del no tener apenas, ganándolo todo. Hoy, que ya no soy aquél, espero ganarlo también teniendo menos aún, ya que Paulina se encuentra lejos. 


Cuando la playa resucita

 

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Agonda, todas las tardes, antes de ponerse el sol, la playa toma vida. La que fue un desierto durante las horas de más calor, se torna parque de recreo para niños y mayores. 

Mañana partiré y todo seguirá siendo igual, pero ya no podré verlo.

Navidad

 
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Buenas noches…

Redes

 
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Perdido en la noche, viaja solo. Un remo que lo desplaza por lo oscuro hasta el lugar donde trabaja. Redes retejidas una y otra vez cada día, para dar captura al salario necesario para sobrevivir. Viaja solo, llegando a la misma playa quizá, si es una buena jornada, con cientos de pequeños cadáveres. Salía despacio, al ritmo de la marea, sabiendo como hacer, repitiendo lo que tal vez lleve haciendo décadas. No esperé  su regreso. Mañana,  volveré antes de  que caiga el sol, para encontrarlo de nuevo en su pequeña canoa. 

Pereira

 

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Encuentro en Goa una puerta que me adentra hacia un pasado que no conocí más que por las historias contadas en casa, cuando era un niño.  Entablo conversaciones con personas con las que coincido en apellido, Pereira, sintiendo mi no existencia, provocada, por la negación a la que se vio obligada mi madre tras el abandono de quien nos dejó en herencia dicho apellido. Aquí me doy de bruces contra el recuerdo no tenido de un abuelo al que no conocí, al que busqué en Uruguay, sin encontrar, porque no conformándose con renegar de sus hijos, también dejó atrás el Pereira que nos obligó a cargar.

No puedo odiarlo , ni guardarle rencor, porque no fui consciente de su auténtica existencia hasta el día en que comprendí que no podría existir en mi vida. 

Mi nuevo hogar

 

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Esta tarde llegué a esta cabaña en Agonda, Goa, será mi hogar durante la navidad.  

Descansar sobre esa silla a unos metros de la playa. Leer mientras escuchas el susurro del mar. Soñar…. vivir lo soñado.  Pensarse dormido sintiéndose tan vivo.